Hace unos años se planteaba la posibilidad de vivir en un mundo alterno, uno que superara las ya recurrentes redes sociales como Facebook o Instagram, una dimensión virtual en la que el usuario pudiera escapar de su realidad y socializar a través de una consola. Suena tan futurista como la obra de Ernest Cline “Ready Player One” que nos regaló una idea de cómo nuestra vida podría ser afectada por la tecnología a tal grado ser potenciador de crear nuevas empresas a través de una vida en un mundo virtual. Resulta difícil creerlo, pero la pandemia impulsó esta idea, obligándonos a algunos a aceptar que tal vez esta idea no está tan lejana como pensamos, y creó una nueva interrogante, cómo nos vamos a “vender” en esta nueva interacción que tenemos como sociedad. Es cierto que aún no llegamos a una vida completamente virtual concreta, pero estamos en el potencial inicio de una. El Covid 19 nos forzó a modificar nuestro estilo de vida y la perspectiva del mismo. Clases en línea, trabajos en home office que llevaron a un aislamiento en casa, que también modificó la forma en la que consumíamos e incluso lo que comprábamos. Hay dos vertientes que se crearon en esta nueva normalidad. Los productos de consumo cotidiano, aquéllos que ya eran parte de nuestra rutina diaria que permanecen. Pero se creó una nueva necesidad: experiencias que nos permitieran alejarnos de un sinfín de problemas relacionados a la pandemia y por consecuente, al encierro. Y es ahí donde la publicidad y el marketing encontraron un nuevo reto. Las redes sociales se volvieron el mejor aliado y obligaron a incorporar de manera más “mainstream” nuevas tecnologías que antes sólo eran consideras para el mundo de los videojuegos. Y es ahí donde toca reinventarse, readaptarse o perderse. Contemplar que los videojuegos ahora son parte cotidiana y que a través de ellos se puede incluir una nueva versión de la publicidad, de conexión con el cliente y el target. Una nueva rama y un nuevo alcance. Es momento de dejar la idea de que el futurismo es sólo producto de una película de Spielberg, y pensar en cómo cada idea se puede adaptar a un nuevo estilo de vida que tarde o temprano nos llegará a todos. Es momento de redefinirse.